CAPÍTULO 5
SERMON DE LA
MONTAÑA
- Viendo Jesús a las multitudes, subió al monte; y sentándose, se le
acercaron sus discípulos
- y abriendo su boca les enseñaba diciendo:
- Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino
de los Cielos.
- Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
- Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
- Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque
ellos serán saciados.
- Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
- Bienaventurados los limpios de corazón. porque ellos verán a Dios.
- Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de
Dios.
- Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque
de ellos es el Reino de los Cielos.
- Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os
calumnien por mi causa.
- Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el
Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas, anteriores a
vosotros.
- Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con
qué se salará?. No vale sino para tirarla fuera y que la pise la gente.
- Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad
situada en lo alto de un monte;
- ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino
sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa.
- Alumbre así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras
buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
- No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he
venido a abolirlos sino a darles su plenitud.
- En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje
de cumplirse de la Ley hasta la más pequeña letra o trazo de ésta.
- El que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más
pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en
el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése
será grande en el Reino de los Cielos.
- Os digo, pues, que si vuestra justicia no es mayor que la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
- Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate
será reo de juicio.
- Pero yo os digo: Todo el que se llene de ira con su hermano será
reo de juicio; y el que llame a su hermano +raca; será reo ante el
Sanedrín; el que le llame +renegado;, será reo del fuego del infierno.
- Por tanto, si al llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu
hermano tiene algo contra ti,
- deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con
tu hermano y vuelve después para presentar tu ofrenda.
- Ponte de acuerdo cuanto antes con tu adversario mientras vas de
camino con él; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al
alguacil y te metan en la cárcel.
- Te aseguro que no saldrás de allí hasta que restituyas la última
moneda.
- Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
- Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha
cometido adulterio en su corazón.
- Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y tíralo; porque más
vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo sea
arrojado al infierno.
- Y si tu mano derecha te escandaliza, córtala y arrójala de ti;
porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu
cuerpo sea arrojado al infierno.
- Se dijo también: Cualquiera que repudie a su mujer, déle libelo de
repudio.
- Pero yo os digo que todo el que repudie a su mujer - fuera del caso
de fornicación - la expone a cometer adulterio, y el que se una con la
repudiada comete adulterio.
- También habéis oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en vano,
sino que cumplirás tus juramentos al Señor. Pero yo os digo:
- No juréis en absoluto; ni por el Cielo, porque es el trono de Dios;
- ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por
Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.
- Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes volver blanco o negro
ni un solo cabello.
- Sea, pues, vuestro modo de hablar: Sí, sí, o no, no. Lo que exceda
de esto, viene del Maligno.
- Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
- Pero yo os digo: No repliquéis al malvado; por el contrario, si
alguien te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
- Al que quiera entrar en pleito contigo para quitarte la túnica,
déjale también la capa.
- A quien te fuerce a andar una milla, ve con él dos.
- A quien te pida, dale y no rehuyas al que quiera de ti algo
prestado.
- Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu
enemigo.
- Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os
persigan y calumnien
- para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que
hace salir su sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos y
pecadores.
- Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿Acaso no
hacen eso también los publicanos?
- Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso
no hacen eso también los paganos?
- Sed, pues, vosotros perfectos como vuestro Padre Celestial es
perfecto.
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